El Estado no debería ayudar a empresas con ánimo de lucro y me refiero, más concrétamente, a destinar fondos públicos a los bancos.
No es de recibo que con mis impuestos, en lugar de ayudar a la educación o a la sanidad pública, se estén repartiendo dividendos, bonificaciones, sueldos estrafalarios y demás a los mandamases de la banca que, además de malos gestores, tienen muy poca vergüenza.
Yo incluiría grandes empresas, sindicatos y demás chupópteros...
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